¿Eres parte de la cultura digital?

Para cualquier joven estudiante de licenciatura resulta peculiar saber que no hace tantos años la generación de alumnos que convivimos por primera vez con Internet a mediados de los años 90 en la universidad, teníamos categóricamente prohibido utilizar referencias e información proveniente de este medio para labores escolares. Aunque parezca extraño, las posibilidades que emanaban del uso de esas nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) para buscar referencias, materiales y contenidos digitales para uso educativo era visto como dudoso por muchos docentes dentro de la práctica escolar tradicional. Es decir, las relaciones simbólicas de las generaciones pre-Internet estuvieron basadas en la materialidad del conocimiento representada en sus soportes físicos, como el libro o los diarios. En palabras de Nicholas Negroponte (1996), con la digitalización se hizo evidente un tránsito de átomos a bits y, desde luego, con el pasar de los años hemos visto cómo Internet se ha convertido en un espacio que contribuye esencialmente en la actividad académica de la mayoría de los niveles educativos.

Sirva el anterior ejemplo para visualizar qué tan rápido han ido cambiando nuestros entornos culturales. La escuela, el trabajo y el entretenimiento se han configurado de manera muy diferente de como lo hicieron en la pasada era industrial. Las innovaciones tecnológicas significaron un cambio de paradigma en la medida en que nuestras relaciones de uso con los nuevos medios crecen y se instalan como prácticas colectivas. Y si bien los antecedentes técnicos prefiguran cambios históricos en las sociedades, hay que recordar que somos los individuos los que construimos significados alrededor de esa tecnología y, con ello, la dotamos de sentido.

De este modo, podemos identificar que somos parte de un nuevo contexto cultural, principalmente porque los comportamientos de consumo, comunicación y formas de relacionarnos se han ido construyendo a partir de la interrelación de las TIC y las formas de organización socioeconómicas. Diversos autores sugieren que de entre las innovaciones tecnológicas que han marcado la pauta de la convergencia cultural que vivimos, destacan las siguientes:

  • La presencia habitual que hemos encontrado en el uso de computadoras y dispositivos móviles. Se calcula que alrededor de 55% de los hogares mexicanos tiene entre uno y tres dispositivos de cómputo, principalmente teléfonos inteligentes (Asus Mobility Report 2014).
  • El cúmulo de contenidos al que podemos acceder en la red se incrementa de forma exponencial. De acuerdo con Castells (2013) el 97% de la información del planeta está digitalizada, 80% de la cual está en Internet.
  • Los nuevos medios permiten mayor interactividad, así como adaptaciones personalizables de los contenidos. Es posible encontrar nuevos modelos de servicios para los usuarios en Youtube, Netflix, Itunes y Spotify.
  • El deseo e interés de compartir contenidos y experiencias entre los usuarios ha favorecido el auge de redes sociodigitales. Las redes sociales ocupan uno de los mayores intereses entre los internautas del país, ya que 9 de cada 10 acceden a alguna de ellas (AMIPCI, 2015).

Como consecuencia de lo anterior, Javier Echeverría (2009) habla de un tercer entorno, diferenciándolo de las formas culturales que le antecedieron (los entornos natural y urbano), y en donde se entremezclan los elementos tecnológicos y los entornos simbólicos digitales que conjuntamente nos apropiamos. Es por ello que podemos entender la cultura digital como el conjunto de prácticas sociales constituidas transversalmente por las innovaciones tecnológicas que modelan un entorno con procesos y relaciones colectivas fundadas en la interconexión, la participación y el conocimiento distribuido.

 Universitarios y cultura digital: el reto de la participación productiva

De acuerdo al más reciente estudio sobre hábitos de los usuarios de internet, presentado por la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) en 2015, se estima que en nuestro país existen 53.9 millones de usuarios, el 46% de los cuales se encuentra en la franja de 13 a 24 años de edad. Esto indica que son las generaciones jóvenes las que no sólo se mueven habitualmente dentro de la cultura digital, sino que también tienen una participación ascendente en la economía de la producción cultural, pues el impulso de las tecnologías digitales ha hecho posible una reconfiguración en el papel que tradicionalmente ocupaban los jóvenes dentro de la sociedad: de ser exclusivamente consumidores a ser protagonistas en el proceso de creación y producción cultural (García Canclini, Cruces y Urteaga, 2013).

De alguna u otra manera, en menor o mayor grado, los jóvenes universitarios están inmersos en la cultura digital. No obstante, existe el reto de participar de forma activa y crítica en este ecosistema mediático, es decir, más allá de los likes, memes y fotos de que se encuentran saturadas las TIC. A continuación te presentamos tres opciones de participación productiva en la cultura digital.

  • Instrumentación de proyectos sociales, culturales y educativos mediante el crowdfunding

Se sabe que el traslado de la web 1.0 a la 2.0 se debe entre otras cosas a las posibilidades de interacción y creación colectiva de los individuos. Como resultado, este espacio ha permitido la conexión entre miles de personas de forma horizontal, descentralizada y abierta, lo que ha determinado un entorno capaz de fomentar la participación activa en la Red. En este sentido, el crowdfunding o financiamiento colectivo consiste en llevar a cabo una cooperación y reunir los recursos necesarios para impulsar un proyecto determinado. Esto se realiza por medio de una red organizada que permite la interacción y comunicación entre los usuarios para establecer lazos de correspondencia y afinidad con los objetivos que persigue cada proyecto. Siguiendo los preceptos de la participación colectiva en estas plataformas digitales que funcionan como medios sociales, es posible entablar conexiones mediante intereses comunes para colaborar en la subvención de un proyecto que requiera el apoyo de la comunidad online.

Puedes aventurarte en promover proyectos que encausen iniciativas sociales, culturales, medio ambiente, de salud, educativas, científicas, etcétera. Dentro de las plataformas más conocidas en nuestro país se encuentran Fondeadora e Idea.me

  • Fortalece tu perfil profesional

En la actualidad es posible encontrar en Internet poco más de 1500 cursos en línea gratuitos como opciones para el aprendizaje formal y no formal. Estos cursos, también conocidos como MOOCs (masive online open course), tienen la característica de ofrecer horizontalidad en el acceso al conocimiento académico mediante la puesta en común de contenidos a través de un programa formativo en línea. Esto permite al usuario inscribirse desde cualquier punto del planeta, tener la oportunidad de establecer su propio ritmo de trabajo, así como crear rutas personales de estudio y aprendizaje. Antes de enrolarte en el MOOC que te interese, toma en cuenta su diseño pedagógico, contenidos, métodos de evaluación y, sobre todo, tu disposición para terminarlo. Algunas de las plataformas más conocidas son EdX, Coursera, Udacity y MiriadaX.

De igual forma, los repositorios de recursos abiertos resultan una estrategia para acceder a contenidos de calidad dirigidos a la comunidad educativa. Los Recursos Educativos Digitales Abiertos (REDA) son aquellos materiales que están dispuestos para su uso libre, por estudiantes y docentes, cuyo soporte se estructura en información digital bajo la idea de la distribución abierta del conocimiento. Puedes encontrar gran cantidad de archivos digitales en la biblioteca digital de tu universidad, ya que disponen de una infraestructura de red de acceso a varios tipos de materiales que te permitirá trabajar con infinidad de contenidos para tus labores académicas.

  • Contribuye a la generación de mejor conocimiento

De acuerdo con el estudio de la Vocational Training Council de Hong Kong de 2014, cada 60 segundos se publican 120 horas de video en Youtube, 341, 000 tweets, 3.3 millones de entradas en Facebook y 41, 000 fotos se suben a instragram. Es evidente que en la red se afianzan las estructuras narrativas (textuales, visuales, sonoras) basadas en la difusión de contenidos generados por los usuarios. Este ecosistema de la cultura digital se construye con el discurso colectivo y el intercambio de ideas y experiencias. No obstante, esta fórmula también es proclive a caer en los excesos, al generarse un caudal informativo que no necesariamente abona al pensamiento reflexivo y conciencia social.

Por ello es conveniente aprovechar el talento de la comunidad virtual para, de forma organizada y creativa, promover iniciativas donde se favorezca la presencia de diversos sectores sociales y que exista un aporte conceptual que incida en generar conocimiento crítico y abierto. Puedes participar dentro de las actividades que promueven, por ejemplo, asociaciones como Wikimedia México, que tiene como objetivo animar a los usuarios a desarrollar contenido educativo neutral, con fuentes verificadas y generado colectivamente. Esta asociación ha realizado eventos como el “Editatón con perspectiva de género” con la idea de alentar a las mujeres a editar, crear y mejorar artículos de Wikipedia y de esta forma empoderar su acceso, así como difundir contenidos de manera efectiva.

Finalmente, nos corresponde tomar un rol mayormente protagónico y productivo en la cultura digital, ya que la era de la convergencia que vivimos nos permite participar dentro de un entorno donde la conexión entre individuos no está limitada de antemano, y conviene apoyarnos en las innovaciones tecnológicas para orientar nuestras capacidades al desarrollo de nuestra sociedad.

Referencias:

Asus Mobility Report 2014. “Encuesta de hábitos de movilidad de los usuarios en México”. Recuperado de: http://issuu.com/asusmexico/docs/asus_mobility_report_2014/1

Asociación Mexicana de Internet – AMIPCI (2015). “11º Estudio sobre los hábitos de los usuarios de internet en México 2015”. Recuperado de:

Haz clic para acceder a AMIPCI_HABITOS_DEL_INTERNAUTA_MEXICANO_2015.pdf

Castells, M. (2013). “A obsolescência da educação” [Archivo de video]. Fronteiras do Pensamento. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=eb0cNrE3I5g

García, C. N., Cruces, F. & Urteaga, M. (coords.) (2013). Jóvenes, culturas urbanas y redes digitales. Barcelona: Ariel

Echeverría, J. (2009). “Expandir la educación al tercer entorno”. Educación Expandida, Zemos98, pp.168-181.

Negroponte, N. (1995). Ser digital. Buenos Aires: Editorial Atlantida.

Vocational Training Council. (2014). “What happens online in 60 seconds?” Centre for Learning and Teaching. Hong Kong. Recuperado de: https://clt.vtc.edu.hk/what-happens-online-in-60-seconds/

Publicado originalmente en: El arte y la cultura en la era digital (2015). Dinámica Bibliotecaria 2.0. Año 2015, No. 3. UAM-X.

Deja un comentario